Esta entrada relata el osado viaje desde Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda hasta los zombies. Paso a explicarme.
Hace un par de días en clase de bachillerato andábamos comentando dos textos de estos autores, "El viaje definitivo" y un fragmento de Ocnos. Tras el análisis formal, más o menos aburrido y mecánico (tiene una estructura en tres partes, aquí hay una metáfora, allí hay un quiasmo), incité al alumnado a bucear en los posibles simbolismos implícitos en algunas palabras (pozo, túnel, serpiente, pájaros...) que aparecían desperdigadas por la prosa y la poesía. Al principio andaban un poco parados, inexpertos en dar su opinión en un lugar donde pocas veces se la pedimos, y también recelosos de excederse en las interpretaciones. Pero poco a poco fueron envalentonándose y aportando puntos de vistas interesantes. La cosa fue a más y me animé a hablarles del psicoanálsis literario de Freud y sus famosos símbolos fálicos. De ahí pasamos a los combates masculinos con espadas láser de La guerra de las galaxias (ahora conocida como Star Wars). Y ya puestos, salté en el vacío y les pedí que intentaran interpretar el boom del vampirismo literario y cinematográfico de hace unos años y el de los zombies actuales. Coincidimos en muchas opiniones y les expuse la mía: los zombies son un símbolo (casi una metáfora) de los desarrapados, malolientes y balbuceantes inmigrantes, que vienen del "más allá" a comernos vivos y a acabar con nuestro statu quo, por miserable que este resulte. Una alumna replicó de inmediato, un tanto ofendida, que a ella le gustan las películas de zombies y los inmigrantes al mismo tiempo. Le expliqué que los imaginarios colectivos son más sibilinos y potentes que las opiniones personales y que ocultan (o evidencian) ideas, sentimientos, temores, que ni siquiera sabemos que tenemos.
No sé si los convencí totalmente, pero al final de la clase varias alumnas y alumnos me propusieron hacer más comentarios, porque es una cosa sorprendente y, creo recordar que dijeron, "rayante".
Cada día que pasa en esta carrera de fondo docente por la que transito desde hace ya casi treinta años, confirmo la vieja cita del sabio Plutarco: "La educación es el encendido de una llama, no el llenado de una vasija". Si hay que invadir la generación del 27 con zombies y espadas fálicas láser, se invade. Cernuda y Juan Ramón aguantarán el tirón. La cultura con mayúsculas lo resiste todo, o no es cultura, sino mera erudición academicista.