Un día de esta pasada (y pesada) semana me ocurrió algo sorprendente, interdisciplinar, insospechado, mágico, curioso... Bueno, califíquenlo ustedes cuando termine de contarlo.
Llegué a la clase de 1º de Bachillerato de ciencias, de la que soy profesor de Lengua Castellana y Literatura. El alumnado estaba terminando un examen de matemáticas. Unos escribían a toda prisa las últimas operaciones, otras repasaban signos y otros ya se habían levantado y se dirigieron a mí: "Profe, ayer estuvimos leyendo tus poemas en clase de Anatomía". Se rieron al ver mi cara de asombro. Me contaron que la profesora estaba explicando el cerebro y las supuestas dos mitades, la analítica y la creativa, y le pareció adecuado ponerme como ejemplo de alguna de las dos (o de las dos). Se llevó mi primer libro serio (Múltiplos de uno) y algún que otro alumno o alumna leyó en voz alta un poema. No sé si llegaron a comentarlos a fondo, porque para eso iba yo precisamente ese día, para darles los instrumentos retóricos, genéricos, estructurales, simbólicos y demás que se usan para tal fin.
Cuando la clase empezó y las cosas se asentaron les pregunté si es que yo tenía que impartir, a cambio, clases de anatomía. Más tarde le di las gracias a la compañera y le dije que yo ya había explicado un poco de anatomía cuando hablé del funcionamiento del aparato fonador (dientes, alveolos, cuerdas vocales)... ¿Acaso no se llama mi asignatura como una parte de la anatomía humana, esa que sirve para paladear, besar y pedir la comida o que te besen?