Se le secó el cerebro

Dice Cervantes en el primer capítulo del Quijote que al protagonista, "del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro".  Era Alonso Quijano un hombre "seco de carnes" que vivía en un lugar igualmente reseco.  

 

A fe mía que no era esta una idea original de don Miguel.  No era él hombre de ciencias y menos de las de la mente.  Su padre no pasó de barbero,  una mezcla extraña de peluquero, dentista y enfermero, que lo mismo entablillaba un brazo, que hacía una sangría para bajar la tensión.  La teoría de la sequedad venía dando vueltas desde Galeno, pero seguro que él la conoció gracias a Juan Huarte de San Juan, que en su Examen de ingenios para las ciencias escribió: «la vigilia de todo el día deseca y endurece el cerebro, y el sueño lo humedece y fortifica». 

 

Me acabo de encontrar con una charla TED, en la que el neurocientífico Jef Illif presenta un descubrimiento que corrobora esta idea de Galeno, Huarte de San Juan y Cervantes.  Al parecer, cada noche durante el sueño, el líquido cefalorraquídeo inunda como una marea cada rincón del cerebro rodeando los vasos sanguíneos.  Así se elimina la basura que generan las neuronas durante su actividad diurna.  Todas las células del cuerpo necesitan eliminar desechos.  Fuera del cráneo esta función la cumple el sistema linfático, pero la proteína beta amiloide que sueltan las neuronas sólo desaparece tras el baño balsámico del que hemos hablado.  Una vez sabido que el Alzheimer se debe a la acumulación de esta proteína, se está estudiando si la enfermedad puede estar relacionada con la falta de sueño o con el sueño de mala calidad.

 

Si no dormimos, el cerebro se amojama en su propia porquería, lo que traducido al "galenés" sería que no se moja, se seca y empezamos a ver míticos gigantes, relucientes castillos y refinadas princesas, en lugar de molinos de trigo, ventas de pueblo y burdas campesinas.