Esta es una historia de las buenas. Tengo un amigo desde la juventud ochentera, José Luis Rodríguez Escalona, que se fue a Granada a estudiar traducción y, por cosas de la vida, acabó instalado en Escocia con su familia. Su hija, Lucía Rodríguez García, como todas las hijas suelen hacer, creció y, como pocas, se fue a estudiar biomedicina (sic) a la Universidad de Edimburgo. Hasta aquí puede parecer una historia casi prototípica de los muchos españoles y españolas que se han visto obligados a ejercer su excelente preparación fuera de este país que ahora mismo no quiero ponerme a calificar. Lo más curioso viene ahora. Lucía se va un semestre de intercambio a una universidad de Connecticut, uno de los cincuenta Estados que se encuentran Unidos en América del Norte. Y la cosa tiene más gracia, porque, dentro del plan de estudios, se le ofrece la posibilidad de una materia de traducción de poesía. Y va y se mete. Va el padre, como homme de lettres que es, y le recomienda algunos poemas y va e incluye algunos míos en el cesto. Y heme aquí, tras esta serie de casualidades, traducido al inglés como quien no quiere la cosa. Y bien traducido, en mi modesta opinión de usuario de inglés de "nivel medio". En esta entrada sólo voy a presentar un poema, que lo poco gusta, pero lo mucho cansa. Otros días pondré el resto.
A estas alturas
“Al mediar la carrera de nuestra vida…”
Dante Alighieri, Divina Comedia, Canto I
A estas alturas,
a más de diez mil pies
de nuestras más sublimes expectativas,
a treinta y pico de años del despegue,
con las esperanzas al aire,
las pistas perdidas
y el alma inflada
como un globo aerostático,
muy por encima de océanos y calamidades,
de huracanes y remordimientos;
a punto de traspasar
la invisible barrera de lo sórdido;
con las bodegas atestadas
de trienios y alopecia;
con la radio oxidada,
la brújula imantada
y sin más rumbo que la inercia,
a estas alturas,
a estas vertiginosas alturas
justo ahora que iniciamos
las arduas, las tristes,
las siempre inevitables
maniobras del descenso…
At this high time
At this high time,
over ten thousand feet
above our most sublime expectations,
thirtysomething years from take-off,
with our hope in the air,
our track lost
and our soul swollen
like a hot air balloon,
way above oceans and catastrophes,
hurricanes and remorse;
about to cross
the invisible barrier into vulgarity;
with the hold jam-packed
with seniority and alopecia:
with a rusty radio,
a useless compass
and only inertia to guide us,
at this high time,
at this inevitable time
the very moment that we commence
the strenuous, the miserable,
the always inevitable
descent procedure…