No cabe duda: vivimos un tiempo extraño. No sé si es el mejor de los tiempos, no sé si es el peor de los tiempos, tomando palabras prestadas de Dickens.
En español castizo existe esta expresión un poco escatológica y cuasi soez: cogérsela con papel de fumar. Alude a actitudes excesivamente pulcras, puristas, remilgadas, puntillosas, legalistas, pseudopuritanas...
En este mundo digital (o no) del insulto instantáneo y de la reivindicación hiperbólica la primera baja ha sido el humor. La irreverencia es políticamente incorrecta. No se puede uno reír ni de su propia sombra. Si bien es cierto que muchos chistes y expresiones partían de una situación pretérita, cargada de estereotipos rancios, que los cambios sociales han ido dejando atrás. Los humoristas tienen que hacer un esfuerzo triple para buscar motivos de risa que no atenten contra ningún colectivo. Todo el mundo quiere respeto, pero el respeto cuesta, como decían de la fama en Fama. Lo que cuesta es que si no quieres que se rían de ti, pues no puedes reírte de nadie y, ya puestos, de nada.
Esta búsqueda incansable de la comodidad y de la dignidad puede llevarnos a lugares insospechados. Ahí están los que se molestan porque la gente hable como le han enseñado sus madres (de ahí lo de lengua materna) sea un idioma de los varios que se hablan en un país o un dialecto, que es una forma como cualquier otra de hablar una misma lengua.
Hace poco vi una magistral película, Roma, de Alfonso Cuarón. A mucha gente no le ha gustado y puede que lleven razón desde su punto de vista. Quizá le sobren diez o quince o treinta minutos, sobre todo al principio. No está el tiempo para derrocharlo viendo el agua de fregar (por poner el ejemplo de la toma inicial) yéndose por un sumidero, como nuestro propio tiempo. Gustos aparte, lo interesante es que en cierta plataforma de vídeo y en algunos cines se ha presentado subtitulada en español "¡de España!". Cuando la vi on line, no se me pasó por la cabeza que esa película necesitara subtítulos: hablaban en mexicano y si entendimos a inentendible Cantinflas, por qué no vamos a entender a gente normal de los años sesenta. Antes debieran subtitular a algunos actores patrios que vocalizan deficientemente y que están sonorizados a veces de forma no completamente satisfactoria.
Y no es que yo esté en contra de la mejoras. Lo que vengo a decir hoy es que sólo vamos a querer ver y oír lo que nos resulte más fácil y conforme a nuestros parámetros e imaginarios. Sólo vamos a poder comer caviar en un cruasán de importación, regado con agua de las islas Fidji.