Desde hace mucho tiempo en las comunicaciones entre aviones y torres de control se han eliminado las negaciones. Ningún controlador dice a una pilota (saludos a mi prima Inés): "No proceda a entrar en pista". ¿Por qué? Porque si, por mano del diablo, se interrumpe la comunicación justo en el momento de decir "no" o "don´t", el avión se mete en pista y ya tenemos más boletos para la tragedia sin más rodeos, como ocurrió en el aeropuerto del mismo nombre. Así que si el avión se tiene que estar quieto no le dice "No se mueva", sino "Quieto y parao donde estás".
En el famoso caso de la violación de los Sanfermines el asunto es en parte similar.
No soy muy de unirme a hordas con antorchas que se autoenardecen en las barras de los bares (virtuales o físicas), pero hay que ser muy parcial para, siendo juez, no entender que lo que pasó allí fue un acto no consentido. Y aquí viene la RAE, la otras veces tan denostada RAE, a dejar las cosas bastante claritas haciendo, esta vez sí, honor a su lema ("Limpia, fija y da esplendor").
"VIOLAR: Tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad o cuando se halla privado de sentido o discernimiento".
Pues eso, que no, que ni siquiera hace falta decir no. Si no hay sí, es que no, no entren en pista. Sin más rodeos. Los jueces han caído en la trampa etimológica de que "violar" y "violencia" tienen el mismo origen latino. De modo que habrán pensado que sin pistolas, bofetadas, navajas o mordazas, no hay violación. Muchos han interpretado este matiz casi como una incitación a la provocación de violencia para conseguir la calificación de violación. Abuso o muerte, no hay término medio. ¡Pues no!