Todavía no me he encontrado a nadie que me haya dicho que la película Coco no es una especie de maravilla. La vi en el avión desde Helsinki a Osaka y eso es lo que me pareció.
No voy a hablar del argumento, de la naturalidad de los movimientos, del mensaje oculto anti-Trump, sino de dos detalles.
1.- Todos y cada uno de los acordes y punteos de los guitarristas que salen en la película son rigurosamente reales, cosa que se agradece. EStoy cansado de soportar vergonzosas posiciones y recortes de plano para evitarlas.
2.- En una de las escenas iniciales el niño protagonista admira en una plaza la estatua de su héroe cantante. La "cámara" se coloca en posición de picado y deja ver una pequeña mancha de óxido en el ala del gran sombrero mexicano. Esta mancha, absolutamente innecesaria, es una premonición del lado oculto del adorado personaje. En eso consiste el verdadero arte, en lanzar múltiples mensajes para múltiples personas. Así se hace un clásico.