Justo antes de salir para Japón hace dos semanas leí una noticia. El chef Dabiz Muñoz iba para allá también, imagino que en business, con sus tatuajes, rapados y pendientes antisistema. Como otros tantos, va periódicamente a vampirear ideas. Como tiene que ser, por otra parte. La historia es un flujo de ideas o no es nada.
Desde allí retransmitió que había probado por primera vez el semen. Eso decía el titular, que (lo sabemos ya de sobra) es una reducción antibalsámica de la verdad. El semen que había probado era de pulpo. Si el titular contribuía a cuestionar la heterosexualidad del cocinero, el desarrollo de la noticia remarcaba el carácter "extraño" de la cocina japonesa y, por extensión, de lo japonés. Luego hubo una contranoticia. Entrevistaron a cocineros japoneses que trabajan en España y afirmaron que ni el semen de pulpo ni las hormigas vivas son algo que se coma normalmente en Tokio, Asahikawa o Hiroshima. Hay que ir a buscarlos a ciertos sitios recónditos y/o exquisitos. Además lo de las hormigas vivas es un invento de un chef danés que tiene el gorro puesto en Chiba o por ahí.
Desmontado el artificio, queda desnuda la verdad, la que hemos vivido en este último viaje a Hokaido y que no es otra que: patatas fritas, sandías, melones, ramen, edamame, sashimi, algo de sushi (poco), huevas de salmón, pescado a la brasa, helados... hasta paella había en el bufé del hotel. Ni geishas, ni toreros, ni ninjas, ni semen de cachalote... Gente normal viviendo vidas normales debajo de un misil intercontinental. Pero esa es otra historia que contaré otro día, como digo, si tengo tiempo y ganas.
Aquí les dejo fotos de algunas comidas y bebidas consumidas en este viaje: