Hace muchos años (unos lo recordarán, otras no lo creerán) existían solo dos cadenas de televisión. Salir en la tele era como entrar en la fama. No hacía falta promoción, ni evento de Facebook, ni tweets, ni carteles... Había en una de aquellas dos cadenas, en la primera, un programa de sobremesa que se llamaba muy originalmente "La tarde". Lo presentaba la ahora novelista Ángeles Caso. Estaba yo en la facultad y una de esas tardes, de pronto, me encuentro allí sentado junto a la presentadora nada menos que a uno de mis maestros (del que quizá otro día hablaré con más detalle): Miguel Romero Esteo, premio del Consejo de Europa de Teatro, premio nacional de literatura dramática, dramaturgo de culto, profesor nuestro de Sociología de la Literatura en Málaga... En un momento dado Ángeles le preguntó a Miguel si era o se consideraba (no recuerdo literalmente) un maldito. Miguel, con la calma, la sorna, la sabiduría y el desparpajo del que siempre hace gala, se balanceó, bajó la cabeza unos segundos, la levantó y sentenció: "Malditos son los otros".
He recordado esta escena de mi juventud porque hace poco me topé con este vídeo de TED, en el que el compañero Alberto Sacido defiende su visión de ese cambio educativo que, como Tántalo con las manzanas o Sísifo con la piedra, no acaba de llegar nunca o nunca acabamos de palpar. A este profesor lo llaman el "profe pirata", porque, supuestamente, rompe los esquemas de las clases convencionales trabajando por grupos y proyectos. Lo curioso (y de ahí viene la relación con la reacción de Romero Esteo) es que comienza su disertación alegando que todo lo que hace está respaldado, incluso recomendado por la ley, ¡por la LOMCE!. De manera que este hombre más bien debiera considerarse un corsario, que eran aquellos piratas con permiso de la reina para sabotear a los pobres galeones españoles cargados de plata y oro.
Se da pues una paradoja en la que quienes se presentan como partidarios de la tradición académica son los que no siguen las recomendaciones metodológicas de la ley, mientras los renovadores son los legalistas.
Es como cuando Miguel Romero Esteo era un maldito marginal al que daban premios por Europa, metían en la lista de posibles nobeles y entrevistaban en una de las dos cadenas que existían. Bendito sea, que diría un sorprendido parroquiano.