El señor ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo, ignora que no existe la carrera de filología etrusca, pero sí sabe hacer chistes tendenciosos sobre ella. Esta mañana le he oído decir que el ministerio va a incentivar los estudios que tengan repercusión práctica en la vida de los ciudadanos. Y acto seguido ha hecho el chiste de la filología etrusca.
La verdad sea dicha es que stricto sensu estoy de acuerdo con él, pero lo que insinúa es otra cosa. Los etruscos, ya se sabe, no cotizan en bolsa, pero las humanidades, que es a lo que se refería senso lato, son otra cosa. No voy a traer aquí demasiados datos sobre el valor económico de la cultura y las humanidades (estudio de la lengua española, arte español, música española, cine español...). Bueno, uno solo: el peso de la lengua española se considera que supone un 15% del PIB. Lo que sí sabe a ciencia cierta el ministro es que un pueblo ignorante de su propia lengua es fácil de dominar y se le pueden colar trucos retóricos como el de la filología etrusca: se llama reductio ad absurdum.
¿Han notado la cantidad de latinajos que he usado en un artículo sobre los etruscos' (icono de cara guiñando).