Circula por ahí un cuento zen que reza chispa más o menos lo siguiente:
"Un famoso guerrero acudió a un maestro zen para que le enseñara. Puso sobre el tatami (metafóricamente hablando) todos sus años de sacrificio dedicados al estudio. El maestro, sin dar demasiada importancia a lo que oía, lo invitó a tomar una taza de té. Se dispuso a servirlo y empezó a llenar la taza distraídamente. El guerrero le advirtió que había demasiado té en la taza y que estaba rebosando. A lo que el maestro replicó:
--Exactamente, usted viene con la taza llena. ¿Cómo va a aprender algo?"
Dos probables moralejas:
1.- La presunción, los prejuicios, la precaución, y toda esa sarta de palabras que empiezan por pre- delatan nuestro intrínseco miedo a la novedad y, a fin de cuentas, al conocimiento.
2.- El aprendizaje pasa a veces (¿muchas?) por el desaprendizaje. Cualquiera sabe. A lo mejor/peor las cosas más importantes que debemos saber no necesitan nuestros currículos, sino nuestra inocencia.
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Fina (lunes, 19 mayo 2014 10:39)
Genial