Hace unos días fue noticia un programa llamado Entre todos, que se dedica a recoger dinero para personas necesitadas. La noticia no es que haya personas necesitadas, ni que haya un programa dedicado a ellas. El asunto fue que un espectador pidió a la presentadora por teléfono y en directo que donara 400 de los 1400 euros que gana por cada programa. Poco importa lo que dijera la periodista. Lo que me interesa del asunto es algo que otras veces he escrito y/o comentado: ¿por qué tienen que ser los pobres (o los no ricos) los que ayuden a los más pobres? Jubilados con ahorros dan cien euros para que una familia de parados tenga comida encima de la mesa. Funcionarios recortados dan ochenta para que una niña pueda recibir un tratamiento médico. Etcétera. Y luego, en las pausas, venga a dar la tabarra multinacionales que pagan cantidades astronómicas por veinte segundos de publicidad.
La situación me recuerda mucho esas cajitas metálicas que a veces colocan en los bancos ciertas instituciones caritativas para recoger dinero para sus ancianos. Lo paradójico es que está en el lado equivocado del cristal, en el de los pobres que van a pagar recibos atrasados de la luz, en el de los pensionistas que van a sacar veinte euros para el mercado y no saben usar el cajero. Si estuviera al otro lado, lo mismo no haría falta cajita. Con las migajas de los beneficios bancarios habría para financiar cientos de asilos, escuelas, becas y ambulatorios. Y no es que no haya bancos que no hagan labor social (unos más que otros), es que quizá esa tampoco sea la solución definitiva. Como no lo es juntar mil euros a golpe de anuncios, lágrimas y aplausos, para que una familia monte un kiosko.
Bueno, lo dejo ya, no sea que me caliente y acaben ustedes pensando que soy un bolchevique trasnochado. Simplemente creo más en la justicia que en la piedad.
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Isabel (domingo, 16 marzo 2014 21:21)
Me ha gustado muchísimo. Estoy de acuerdo en todo y por favor que quiten esos programas y otros . Vergonzosos