No soy muy amigo de las efemérides. Menos aún de las mortuorias, pero en este caso haré una excepción.
Cuando era un joven estudiante, mi maestro Julio Calviño nos mantuvo unas treinta horas vespertinas leyendo y analizando exclusiva y profundamente Campos de Castilla. Para mí fue una experiencia importantísima porque me capacitó de manera casi ilimitada para el análisis literario, al margen de teorías, teoremas y escuelas interpretativas. El movimiento se desmuestra andando.
Y como otros tantos jóvenes pseudointelectuales de aquellos años, me sabía de memoria los poemas de Machado en la voz de Serrat. Además, como guitarrista amateur, muchas veces acompañaba las canciones de aquel disco, que cantaban otros con mejor voz que yo.
Así que, en mayor o menor medida, soy un machadiano con gotas de otras sangres poéticas y/o literarias.
En A propósito hay mucho Machado oculto o evidente. Aquí va el ejemplo más patente de todos:
Y el maestro don Antonio
Machado siempre será
el más profundo, el más simple,
como un hijo de la mar.
Escribir comentario
Isabel (viernes, 21 febrero 2014 14:59)
Sabías que me iba a gustar .
Fina (viernes, 21 febrero 2014 17:06)
Genial