Incluso toscamente pintada al borde del abismo del pupitre escolar, una sonrisa es siempre una sonrisa. De alguna manera misteriosa repercute en no sé qué conexiones neuronales y levanta tímidamente el ánimo, tal que una polvareda que se viera a lo lejos en un desierto triste e implacable.
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Juan Antonio (viernes, 07 febrero 2014 20:23)
Me gusta, pero quién limpia la pintada?
montecoronado (lunes, 10 febrero 2014 14:16)
También es verdad.