Hace muchos años estudié mecanografía. Era una academia pequeña en un barrio marginal. Mi madre era la correctora/profesora de un método autodidáctico que comenzaba con el famoso "asdf". Esa secuencia asémica de letras siempre ha estado ahí en mi inconsciente (o en mi subdigitalización, es decir, bajo mis dedos). Esta noche me he reencontrado con ella.
Acabo de terminar de leer un libro maravilloso de Ray Bradbury, Zen en el arte de la escritura, una colección de artículos sobre creatividad literaria que no tiene desperdicio. En el que le da título al libro hace una reflexión muy zen acerca de los procesos creativos de la escritura. Dice que primero hay que trabajar, luego relajarse y por último, no pensar. Y es aquí donde compara la creación literaria con la mecanografía. Uno repite cien, doscientas veces el movimiento A S D F hasta que lo automatiza y deja de pensarlo. Los surrealistas llevaron este automatismo a extremos extremistas (valga la redundancia) con resultados a veces discutibles, pero no me cabe duda de que en toda creación hay un momento en que los versos, las acciones, los personajes surgen sin que los pensemos. Es algo que han repetido hasta la saciedad escritores de todos los tiempos. Parecen venir de fuera y esto ha dado pie a la teoría de la inspiración y de la musas.
Precisamente en otro de los artículos habla sobre "Cómo mantener y alimentar a la musa". Coincido de nuevo con el autor de Crónicas marcianas: las musas son omnívoras. Comen noticias de periódicos, películas malas, anécdotas personales o ajenas... Él recomienda leer ensayo y poesía: "Lee poesía cada día de tu vida. La poesía es buena porque ejercita músculos que no usas suficientemente. (...) ¿Dices que no entiendes a Dylan Thomas? Sí, pero tus ganglios sí, y tu secreto ingenio y todas tus creaciones que aún no han nacido". Este asunto de la poesía como psicomedicina daría para otra entrada.
Hay libros que dan en el centro de lo que estamos sintiendo o pensando en ciertos momento de la vida. Este de Bradbury ha tocado el mío, el meollo, que decía Cervantes: creatividad, humor, zen, literatura, poesía... Demasiadas casualidades como para que no me conmueva.
Les dejo aquí un par de citas entresacadas de algunos de los artículos:
- "El artista no debe pensar en las recompensas de la crítica o en el dinero que obtendrá por sus pinturas. Debe pensar en la belleza y en su pincel, preparado para fluir".
- "¡Imposible!, dices. ¿Cómo puedes trabajar y relajarte? ¿Cómo puedes crear y no incurrir en un naufragio de nervios?
Se puede hacer. Se hace cada día de cada semana de cada año. Los atletas lo hacen. Los pintores lo hacen. Los escaladores lo hacen. Los monjes budistas lo hacen con sus arcos y flechas".
NOTA: Al parecer este libro está agotado en español. Yo lo he leído en la edición de 1996 de Joshua Odell Editions (Santa Barbara, California). Los fragmentos que he transcrito los he traducido como buenamente he podido.
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Fina (martes, 24 septiembre 2013 11:14)
Gracias por seguir escribiendo. Te echaba de menos